jueves, 7 de julio de 2011

Reastaurante MONTAL





Restaurante valorado: MONTAL.
Tipo de cocina: Casera y con inspiración aragonesa.
Dirección: c/ Torrenueva, 29 (Pza. San Felipe). Tel. Reservas: 976 298 998 y 976 391 773.
Zona: Alfonso. Sector: Casco histórico

Fecha: 27 de Junio de 2011


En el corazón del casco antiguo, junto a la calle Alfonso y  la plaza San Felipe, en la castiza calle que, antaño, albergaba la desaparecida y añorada Torre Nueva. El restaurante Montal (regido por la familia Montal-Montesa) está ubicado en un imponente palacio renacentista aragonés construido entre los siglos XV y XVII. De la parte medieval, conserva un artesonado gótico en perfecto estado bajo el que se ubica un comedor jalonado por columnas de alabastro. Un marco diferente que impacta y nos traslada a un viaje en el tiempo que nos brinda la posibilidad de poder comer o cenar en un auténtico palacio. Montal presenta una cocina muy casera (quizá esa sería su principal seña de identidad), con vocación de mercado (trabajando en cada estación del año los mejores productos) y una clara inspiración aragonesa. En mi visita pude comprobar que este establecimiento funciona de forma diferente y bastante original. En primer lugar sorprende con un aperitivo, del que no desvelaré su ubicación para no romper la magia . El precio medio para comer o cenar a la carta se sitúa en los 50 euros, bodega aparte. Hay una base trimestral de platos, basada en los productos de temporada, que compone un menú de degustación y, diariamente, hay una nueva sugerencia de menú (un plato nuevo cada día). No se trabaja pues con una carta al uso. El vino, y este es un apartado que deseo destacar, se puede elegir de entre las más de 600 referencias con que cuenta la vinoteca de la tienda, y se pueden disfrutar en la mesa al precio de venta de la misma más un descorche de 3 euros por botella. No obstante existe una carta de vinos, cavas, champagnes y vinos de postre a disposición del cliente que supera las 100 referencias.




El local tiene dos plantas, más una sótano que alberga unas celdas-bodega y el museo en el que la familia Montal, dedicada a la alimentación desde hace tres generaciones, ha recogido la historia de la Torre Nueva, y que puede visitarse en el horario comercial del establecimiento. En ese mismo horario abre al público en la planta calle su casi centenaria tienda de alimentación, en la que se cuidan la calidad y la atención al máximo. Subiendo a la planta superior, accederíamos al restaurante. Mesas cuidadosamente vestidas con doble mantelería de algodón (blanco y verde), al igual que las servilletas, también de tela. La vajilla también se compone de esta combinación bicolor (blanco y verde), que se convierte en emblema de la imagen visual de la casa (también lo observo en el tapizado de las sillas). Grandes copas bordelesas de la prestigiosa marca alemana Schott Zwiesel para disfrutar del vino; aflautadas las de cava. Vajilla de porcelana Bidasoa personalizada (verde y blanca) y cubertería de acero 18/10 Dalia, elegante y funcional.




Surtido de diferentes tipos de pan para combinar con los diversos platos: baguette, de cebolla, de pipas, etc. que pueden variar dependiendo del día.

La decoración del comedor es otro apartado que merece comentarse, por su singularidad y cuidados detalles. Multitud de cuadros, tapices, vitrinas y objetos antiguos originales (caja registradora, jarrones, relojes de pared y carillones; candelabros, bronces y espejos) se combinan para dotar de calidez y personalidad a los distintos comedores (cuenta con dos pequeños comedores privados a modo de reservado). El escudo grabado en la vidriera policromada del techo con los apellidos de la familia (Montal-Montesa), corona el comedor central y tamiza el grado de luz para que el ambiente sea íntimo y recogido. El local cuenta con armarios climatizados para vino, amén de una bodega natural en sus sótanos.




Comenzamos la experiencia gastronómica con el referido aperitivo sorpresa que desvelaré seguidamente de forma parcial, pues valoraré y comentaré únicamente su contenido en el día de mi visita.


Aperitivo de la casa.

Alcachofas rebozadas y croquetas de jamón.

Unas alcachofas que deseo destacar. Realmente deliciosas. De diez. Unos corazones naturales de alcachofa rellenos de queso emmental, cebolla muy picada y algo más que me resulta difícil identificar y que, al indagar más en ello, me dicen que es un “secreto de la casa”. Me atrevo a arriesgar que podría llevar algo de reducción de vino blanco, pero no puedo afirmarlo con rotundidad.
Las croquetas de jamón, muy caseras, cremosas, también recién hechas. Se funden en la boca con algo más de esfuerzo que las alcachofas, pero realmente están muy buenas. Repito, les sorprenderá su ubicación. El maridaje, a elección del comensal, me permite optar por un Care blanco chardonnay (D.O. Cariñena), pero la casa permite bastante libertad en este sentido.
He de decir que el aperitivo nos da una clara pista de por donde van los tiros, y nos introduce en ese universo, casi hoy perdido, de la auténtica cocina casera tradicional.


LOS PLATOS.

Paso a valorar los siguientes platos, cada uno con un maridaje diferente que dejo a la propuesta del sumiller de la casa (Sr. Rada) para que me sorprenda.

Raviolis rellenos de vieira.

Maridados con un Care Rosado (D.O. Cariñena) servido a temperatura óptima. Servidos en un plato que guarda lo tradicional en cuanto a forma (porcelana blanca) para que destaque su contenido, más de vanguardia. Mar y tierra se combinan en el plato para lograr un contraste de diversas texturas (tierna, melosa y crujiente). La verdura da un toque de color y le aporta ese toque crujiente. Un plato bien resuelto que agradará a los amantes de la pasta.


Arroz caldoso de almejas, cigalas y langostinos.

Empleando un arroz de las Cinco Villas, el plato aporta ya de base la apuesta del local por la identidad aragonesa en sus elaboraciones. Maridado con un vino de Oporto Ramos Pinto del 98 (de un precioso color caoba claro con ribete anaranjado y lágrima muy marcada), que logra una combinación sorprendente pero, en modo alguno, disonante. Denota que se ha empleado un buen fumet para su elaboración, pues posee un intenso sabor a marisco. Su presentación es sencilla, pero alberga buena cantidad de marisco fresco (todo pelado). Cantidad correcta. Destaco su calidad y sabor, apoyado por un más que original maridaje Un plato que recomiendo especialmente para amantes de los arroces y/o el marisco.


Carrilleras de ternera con reducción de PX, purés de manzana y patata y trufa. (Plato destacado)

Dos piezas de carrillera de ternera, cuyo color oscuro denota una buena reducción y cocción lenta. Acompañadas de un asadillo de verduras. Maridadas con otra apuesta arriesgada: un maridaje por contraste que viene de la mano de una copa de cava Juvé y Camps reserva de la familia. Un plato que aúna tierra y monte, perfecta simbiosis apoyada por el toque de trufa. Las carrilleras casi se deshacen en boca, y resulta un auténtico placer combinarlas con los purés, que aportan su textura cremosa. Un plato de calidad y sabor insuperable. Para mí, el mejor de los de ese día. Jugando con la unificación de texturas en lugar de apostar por el contraste, logrando una escala de distintas ternuras que ponen a prueba el paladar más avezado para descubrir sus distintos matices. Verdaderamente sobresalientes.


POSTRE.

Concha de chocolate de Montal.

Un postre que reproduce las conchas que, si son observadores, verán que forman parte dela decoración del patio que se divisa desde el comedor. Maridadas con un Dissaronno Originale 1525, un licor de amaretto italiano que combina una base de albaricoque y almendras con multitud de hierbas y otras frutas (como el melocotón y la cereza) y que se usa para elaborar el tiramisú. No es exactamente un tiramisú lo que nos presenta el chef en este caso, pero se asemeja. El chocolate negro recubre un bizcocho con almendras y avellanas. Esta composición hace que el maridaje con el amaretto sea perfecto. De nuevo, un acierto para la propuesta del sumiller. El postre destaca a nivel visual, con su perfecta forma de concha, pero el sabor no queda atrás cuando introducimos una cucharada del mismo en la boca. Un postre muy bien entendido en su concepción que encantará a los amantes del chocolate. Además, juega su baza subliminal de recordarnos el restaurante cuando bajamos sus señoriales escaleras y observamos esas mismas conchas.


La carta de vinos.

Con unos precios sorprendentemente asequibles para un establecimiento de esta categoría, ofrece al comensal casi 130 referencias. Desde los 6,80 de un Vero Crianza, hasta los 142 de un imponente Blecua Magnum. Un Miranda de Secastilla por 8,70 o un monovarietal de parraleta de Ballabriga por 12,75, forman parte de las interesantes propuestas que podemos encontrar para maridar los platos. Vinos de todas las D.O aragonesas, e incluso vino de la tierra de Cretas (Teruel). Casi 30 Riojas y más de 15 Riberas de Duero. También presencia escogida de Penedés, Toro y Bierzo. Rosados, blancos, cava y Champagne ( otras 40 referencias más). No obstante, la carta es tan amplia en realidad como todas las existencias de vino de la tienda- bodega Montal, añadiendo los tres euros de descorche. También vinos de postre por botellas (entre 13 y 78 euros).

Carta de gin-tonics con 20 variedades y 5 tónicas diferentes para combinar.



El restaurante Montal es, indudablemente, un establecimiento diferente. Su máxima es  la calidad. Sin olvidar el servicio: serio, tradicional, pero amable y muy profesional. Destacar aquí sin duda la presencia y el buen hacer de su sumiller. Les recomiendo que se dejen aconsejar por él y comprobarán como su experiencia sensorial ganará en riqueza y matices. El marco es acogedor, sorprendente y hace realidad la sensación de estar comiendo o cenando en un auténtico palacio aragonés. La identidad de los productos de nuestra región se manifiesta igualmente en los platos, que se centran en una cocina casera que es casi imposible de encontrar. Cocina casera que se apoya en la base de mercado y que no olvida ciertos guiños a la vanguardia en los contrastes internos de los platos. Recomiendo observar su tienda-bodega y su museo en planta sótano, que muchos, a buen seguro, desconocerán. Un servicio profesional y amable, que logra que el comensal olvide la palabra “prisa” a los pocos minutos de entrar. Montal es claramente un restaurante que, por todos estos factores y peculiaridades, merece pasar por derecho propio a formar parte de la sección de restaurantes destacados de elpaladarcritico. Ideal para una comida o cena romántica o una celebración especial o familiar íntima (pues cuenta con comedores privados que también son idóneos para una comida de negocios).



Restaurante Montal

Ubicación y entorno: 9,5
Ambiente y decoración: 10
Cantidad: 8
Calidad: 9,5
Global: 9,25

1 comentario:

  1. Montal efectivamente es una especie de palacete - museo que además de deleitarnos con su exquisita comida y atención, nos muestra un poco de historia aragonesa, es precioso. Qué bueno que el paladar crítico se acordó de él, en hora buena ;)

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