miércoles, 30 de enero de 2013

"CANDILEJAS" Antigua Tabernilla

Estimados amigos/as y lectores/as de elpaladarcritico:







  En pleno centro de Zaragoza, en la tranquila y castiza calle de Inocencio Jiménez (entre la calle Sanclemente y la plaza de Santa Engracia) ha abierto recientemente un establecimiento de nombre igualmente castizo: "La antigua tabernilla CANDILEJAS". El término "candileja" proviene de candil. La candileja era el vaso interior del candil en el que se colocaba aceite o alguna otra sustancia combustible para que ardiese y, de esta forma, iluminar las estancias. De ahí proviene también la expresión "luces de candilejas" que, en el argot teatral, son las luces que iluminan el proscenio, la parte del escenario más cercana al público y en la que, en el teatro griego y romano, representaban la obra los actores, junto a la orquesta. El séptimo arte se ha inspirado en estos conceptos para crear dos grandes filmes hoy ya considerados inolvidables clásicos de la historia del cine



Las famosas "luces de candilejas" en un escenario teatral.










  Para no pasar el hambre y las penalidades que se sufrían en la antigüedad y disfrutar de una gastronomía con una excelente relación calidad-precio, les recomiendo que se acerquen a este coqueto establecimiento (ubicado en el local dónde estuvo antaño una centenaria taberna). Un equipo de profesionales se ha puesto al timón de este nuevo establecimiento con un contrastado saber hacer en los fogones y un servicio en barra (también dispone de cafetería y barra con tapas, fritos, raciones y cazuelas) y en sala familiar, amable y cordial pero muy profesional.







  La antigua tabernilla "Candilejas" practica una cocina casera cuidando mucho la calidad y materia prima de todos los ingredientes y mostrando los platos al comensal con unas presentaciones actualizadas. El sello de identidad aragonés está también muy patente en cuanto a producto (buenos aceites, trufa, verduras de la huerta, etc.). 



Se puede degustar un menú  diario de calidad al precio de 15 euros que, durante el fin de semana incorpora platos algo más elaborados y pasa a 16,30.  Los menús incluyen el pan (muy bueno por cierto), el vino (una garnacha de Lécera cargada de fruta, sabor y personalidad) y el postre.





El establecimiento ofrece además tapas, cazuelas y raciones caseras muy sabrosas y elaboradas con el mismo cuidado y calidad que los platos servidos en el comedor (unas 30-40 plazas). El comedor está decorado con un estilo "a la antigua", recordando a las famosas "casas de comidas de antaño", donde la  abundancia de la madera lo dota de un ambiente cálido y confortable.



Un lugar nuevo y agradable para disfrutar de platos de la gastronomía de siempre con un indudable sello casero y en pleno centro de Zaragoza.















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